Es ella, la otra,
la que olvida
la que huye
la que mata.
Es ella quien ríe ávida en la cama
la que no puede contra el ansia y se lanza a las uñas
a los gritos a los gatos
a golpear ideas lejanas contra las paredes.
No soy yo.
Los días se pierden en el éxtasis de la tarde
cuando la luna gime
y ella come el viento
y ella insiste.
Terriblemente llena de vacío, se cansa de sí misma y corre a ningún lado.
Tengo que soportarla porque no podría estar sola.
Vivir sola.
Y es ella la que mata.
En la noche la arrullo con lágrimas,
las convierte en estrellas y se ríe de mis lágrimas.
Ella no llora la muerte
Ella es la que puede
la que deja
la inconstante y terca.
Me despierta su risa,
su incontenible deseo de búsqueda
-ella le llama búsqueda a la huída-.
Huye de nosotras porque odia el ruido
y yo no entiendo su silencio.
Ella es la que rompe, la que incita.
La que habla.